domingo, 24 de abril de 2022

Reseña de "Un verano con Maquiavelo" de Patrick Boucheron


Datos bibliográficos:  
Boucheron, P. (2020). Un verano con Maquiavelo. Buenos Aires: Libros del Zorzal. 160 pp.



“Un verano con Maquiavelo”, el título del libro no parece ser una propuesta realmente atractiva para ese momento del año que, usualmente, dedicamos al ocio y esparcimiento. Es el mismo Patrick Boucheron quien inicia este ciclo de crónicas, transmitidas originalmente en la Radio France Inter durante el 2016, con la advertencia sobre esta idea tan extraña. A través de sus páginas recorreremos la renacentista ciudad de Florencia, donde seremos testigos de sus avatares políticos, de ascensos y caídas, nos tropezaremos con Girolamo Savonarola momentos antes de arder y con miembros de la familia Médici ostentando sin reparo su poder. Todo ello a través del prisma que nos ofrece la biografía de Nicolás Maquiavelo.

Boucheron, quien es doctor en Historia Medieval por la Université Paris l Panthéon-Sorbonne y profesor de la cátedra de Historia de los poderes en Europa Occidental durante los siglos XIII a XVI en el Collège de France, nos introduce diciéndonos que no trabaja sobre Maquiavelo sino que trabaja con él. Sucede que el florentino es tanto un hombre de acción, pues ha intervenido activamente en su época, como también un pensador cuyos aportes reverberan hasta nuestros días. Es por esto que el autor francés nos brindará, a lo largo de treinta breves capítulos, claves históricas para comprender la magnitud de su influencia.

De manera que en una sola figura se nos presenta la disyuntiva clásica: vida activa-vida contemplativa. Entonces, cabe preguntarse si ambos modos de la experiencia humana son realmente disímiles. En este libro podremos hallar pistas esparcidas a lo largo de la vida y el itinerario de Maquiavelo.

 

Descubriremos que Niccolò recibió dos grandes herencias de su familia, y ambas signaron su destino. En primer lugar, la desconfianza de los Médici, puesto que un antepasado intentó oponerse al poder que estos detentaban, lo que llevó a que los Machiavelli fueran relegados y obligados a formar parte del estrato más bajo de la nobleza florentina. Y, por otra parte, ha podido aprender el valor de los libros gracias a la influencia de su padre, Bernardo. Es en los libros donde tiene depositadas sus esperanzas, pues con ellos fraguará las armas que le permitirán luchar por la redención de su familia. Esa es la máxima ambición de Bernardo, que le será heredada a su hijo.

Pero nada es para siempre, la desgracia de una familia no puede prolongarse, en la Italia (que aún no existe como tal) del Renacimiento la reformulación de alianzas y el planteamiento de nuevos cursos de acción son moneda corriente. Las relaciones de poder se encuentran en un proceso constante de reconfiguración.

Con la moneda en el aire Maquiavelo tendrá oportunidad de poner los saberes que con tanta avidez ha aprendido al servicio de su patria. Pero como señalará tiempo después en su obra más difundida: alcanzar el poder no representa en sí mismo grandes dificultades, los problemas surgen al intentar mantenerlo asido entre las manos. Es así que luego de pasar años ejerciendo como Primer Secretario de la Cancillería, se verá obligado a exiliarse debido a sospechas de conspirar contra los recién retornados al poder, los Médici.

Ya lejos de cualquier atisbo de influencia política, Maquiavelo persevera en la escritura y, fundamentalmente, en la lectura. Como él mismo describirá, es de noche, luego de haberse vestido con ropajes dignos, cuando visita a sus compañeros. Todos ellos han muerto, algunos incluso hace siglos, pero es a quienes busca para comprender lo que le ha tocado en suerte vivir. Así ingresa “a las antiguas cortes de los Antiguos” (p.57) para entablar un diálogo fluido sobre sus actos. Cuando interpela a los clásicos lo hace en búsqueda de reglas de acción, para poder armarse de grandes ejemplos de personalidades ilustres que sirvan de guía. Esto es lo que conforma el marco general del proyecto maquiaveliano: intentar corregir el presente a partir del conocimiento de pasado. Esa es su manera de entender la reflexión como mecanismo de intervención de la realidad.

 

Por supuesto que este libro recorre las cuestiones más escabrosas de sus escritos de mayor difusión como El Príncipe o los Discursos sobre la primera Década de Tito Livio, como también la recepción de su obra a lo largo de diversos períodos históricos, e incluso aspectos inusitados de la vida privada Maquiavelo. Boucheron logra transmitir estos aspectos con gran fluidez, sin que eso le haga perder profundidad. Probablemente esto se deba a la larga trayectoria de trabajo que ambos comparten.

En última instancia, aquel procedimiento que Maquiavelo entablaba con los Antiguos es el mismo que el historiador francés realiza con el florentino. Y la invitación es a mantener nosotros nuestro propio diálogo, con nuestras propias preguntas.

 

Durante el período de vacaciones y de descanso con el que generalmente asociamos al verano, puede que pretendamos reducir las instancias de reflexión que suponemos nos demandaría la lectura de un libro sobre un pensador de la talla de Nicolás Maquiavelo. Pero resulta que “Un verano con Maquiavelo” puede leerse en una tarde, y acompañarnos en todas las estaciones del año.

 

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